Esta semana, aprovechando la víspera de Halloween, hemos leído entre todos el cuento: "Donde viven los monstruos" de Maurice Sendak.
“Donde viven los monstruos” es un clásico vigente hoy día porque retrata con gran expresividad los temores y deseos de nuestra infancia: nuestros monstruos, las incomprendidas rabietas, el miedo al abandono y a que nuestros padres nos dejen de querer. El hecho de ser secuestrado y separado de los padres fue una pesadilla recurrente en el propio autor, y que refleja en su cuento al final del mismo.
“Los niños, me consta, desgastan los ejemplares en las bibliotecas y los releen constantemente en sus casas. Algunos me han enviado dibujos de sus propios monstruos, que hacen de los míos ositos de peluche. Todavía no he tenido noticia de ningún niño al que le haya asustado el libro.”
Comenta el autor.
El texto, acertado y pedagógico, no sería lo que es sin las ilustraciones de Sendak: las “cosas salvajes” son monstruosas y peludas, pero taaan entrañables, y el autor hace de Max un niño expresivo, que refleja diversión, miedo, ira, sorpresa, según la ocasión. ¿Y qué me decís del traje de lobo con el que va disfrazado en el cuento?
Sendak añade: “La fantasía es algo que ocupa la vida de los niños. Creo que no hay ninguna parte de nuestras vidas infantiles o adultas, en la cual no estemos fantaseando. Pero preferimos relegar la fantasía a los niños, como si fuera una tontería apta sólo para las mentes inmaduras de los pequeños. Los niños viven dentro de la fantasía y en la realidad, de una manera que ya no podemos recordar. Tienen un sentido preciso de la lógica de lo ilógico, y pasan con facilidad de una esfera a otra. La fantasía es la esencia de toda escritura para niños, como creo que lo es para la escritura de cualquier tipo de libro, para cualquier acto creativo, y tal vez también, para el acto de vivir.”
Reseña extraída de TRAZOSDETINTA.COM
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