La semana pasada apareció en clase un misterioso huevo. No sabemos quien lo dejó, pero enseguida suscitó nuestra curiosidad y nos pusimos a investigar de qué podía ser.
Después de un buen rato de divagar sobre qué podría contener, decidimos que no podíamos abrirlo a golpes para no dañar lo que hubiese en su interior. Así que un par de amigos sugirieron que lo metiéramos en agua a ver si así se abría.
Como tendríamos que esperar, decidimos escribir lo que creíamos que tenía dentro, ya que cada uno pensaba una cosa diferente: desde mariposas, a dinosaurios, pasando por ropa o helados.
Además alguno se atrevió a escribir frases relacionadas con esta experiencia a través de la escritura libre
Una manera más que motivadora de aprender el sentido comunicativo de la lectoescritura.
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